Históricamente, el naranja ha sido la representación del vínculo armónico del Ser Humano con el Universo y su concepción terrenal: el espacio y el tiempo.

2000 años atrás, los Pueblos Originarios de América tiñeron de naranja el ideal de una “Sociedad Perfecta” y lo alzaron en su bandera sagrada: la Wiphala.

Es la sociedad y la cultura; la preservación y la procreación de la especie humana, considerada el mayor patrimonio de una Nación; la salud y la medicina, la formación y la educación; la práctica cultural de la juventud dinámica…


… un color que nos aúna a todos.


Un color que nos ha sido usurpado…


… porque hoy día, en este mundo perverso, los peores criminales de la historia y los condenados a muerte son – curiosamente - vestidos de naranja.


Y tal vez lo más difícil sea asumir que vos, yo y cada uno de nosotros somos parte activa de ese mundo perverso; pequeños engranajes aceitados; ladrillos de un muro cada vez más alto que separa buenos de malos, blancos de negros, exitosos de perdedores; que se roba el reflejo de tu yo en el espejo… que se roba tu color.

Nos han usurpado la libertad: libertad de acción y pensamiento; la libertad de ser quien uno desea ser. Somos réplicas de un molde rígido, sucio y violento; presos en una jaula de constante temor y desprecio. Víctimas de un juego del que nadie quiere ser parte pero del cual todos poseen naipes…

Para cambiar hay que Ser. Para Ser hay que entender. Entender quién es uno y por qué. Y de uno a la familia; de la familia a la sociedad; de la sociedad a una población; de una población a la Humanidad toda…


Imposible cambiar uno si uno no se comprende…

Imposible cambiar al mundo si no se lo comprende…


… si se aplica el entendimiento, otro Mundo es posible.


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